DEMOCRACIA Y ÉTICA PÚBLICA

Está por caer el telón en el juicio de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, uno de los juicios más extraños que se haya visto, donde la justicia de Estados Unidos se ha basado en los testimonios de criminales confesos para demostrar la responsabilidad del expresidente JOH en el narcotráfico en perjuicio del pueblo estadounidense. Por la forma como ha conducido el juicio el juez Kevin Castel, abiertamente sesgado en favor de los fiscales y dando escasa concesión a la defensa, los que han observado el desarrollo de todas las incidencias creen que el jurado ha sido inducido por el juez a que se pronuncie en un veredicto condenatorio. Como la mayoría de los juicios, por lo general terminan con una condena, es de esperarse que cuando mañana el jurado se pronuncie, la defensa tendrá lista la presentación de un recurso de apelación.

Sea como termine este juicio nos habrá dejado el gran mensaje a los hondureños, especialmente a la clase política, que Honduras requiere un nuevo liderazgo con los principios y valores de la ética pública, que permita a los próximos gobiernos construir una sociedad estable. En este momento, por lo visto en el juicio de Nueva York y por la élite que nos gobierna actualmente, en Honduras hay una ausencia de ética pública.

Los valores que sustentan los principios de la sociedad hondureña, en un momento histórico como el que vivimos, nos denotan como una nación sin madre, como un país producto de un parto de los montes. En este sentido: ¿cómo vamos a recuperar la moral en Honduras cuando se nos juzga por los relatos de los criminales que han sido calificados por la justicia de EEUU como grandes baluartes para juzgar a un alto funcionario que pese a ser señalado como narcotraficante no tuvo reparo para proceder a extraditarlos y entregarlos a la justicia de EEUU? 

Si la justicia de EEUU aprovechó los testimonios de criminales para condenar a un presidente colaborador de ese país, por valerse y aprovecharse del narcotráfico, no podríamos recuperar a Honduras usando esta receta de los fiscales de EEUU, porque nadie la reconocería, ni siquiera la madre que la parió, porque por fortuna de los delincuentes, en EEUU la justicia funciona inmejorablemente con el testimonio de los criminales.

Una sociedad no puede dejar fundamentarse en una serie de principios y valores mayoritariamente asumidos por ciudadanos con una moral indiscutible, y aunque en Honduras no somos una sociedad desarrollada, por lo menos no tenemos como norma que la justicia la decidan los testimonios de los criminales. En cambio, Estados Unidos, que es la nación más poderosa del mundo, en su escala de valores y principios es común que el destino de un acusado quede en manos de individuos que han cometido los crímenes más atroces y espeluznantes.

La justicia en Estados Unidos es muy liberal y a eso se debe que si hay que acudir a los criminales para lograr un objetivo, los fiscales no dudan en hacerlo, porque lo que cuenta para ellos es tener una presa que acreciente su palmarés de condenas. En EEUU, ser liberal no significa desconocer la moral y sus principios, pero hay otra posición conocida como libertaria, que se permite descalificar a quienes sostienen que la sociedad necesita de reglas éticas para funcionar. Muchos fiscales son afines a esa tendencia, son los que piensan que nadie puede ser limitado en sus decisiones por ningún tipo de ética que les impida imponer su caprichosa voluntad.

Lo hemos observado en el juicio contra JOH, al retener los fiscales mucha información que llegó en forma tardía a la defensa, sumándose la conducta del juez Castel al no aceptar extender el tiempo necesario para que la defensa pudiera imponerse del legajo de información que requería la defensa del expresidente. Posiblemente el juez Castel tiene su estilo de proceder, pero al negarle la equidad a la defensa del acusado denotó un imperativo sumamente sesgado, que pone en entredicho su imparcialidad y su deseo de favorecer a la inminente condena del acusado.

A pesar de todo, no por esto EEUU deja de ser la democracia más admirada del mundo, siendo que este universo de contradicciones se debe precisamente a una regla que se aplica para garantizar los mínimos de justicia indispensables para lograr una convivencia estable y pacífica. Para los libertarios, tan inadmisible sería obligar a una mujer a abortar como prohibírselo, si es lo que desea. Tan inaceptable sería obligar a alguien a prostituirse como impedir que lo haga, si es lo que desea. Este principio que es absolutamente demagógico también cabe en la justicia de EEUU, donde no es reprochable que los fiscales se valgan de los testimonios de un grupo de criminales para condenar al que los castigó con la extradición solicitada por las autoridades de EEUU. 

Aunque esto no hay que confundirlo con aquello de que «mal paga el diablo a quien bien le sirve». ¿Entendiste Fabio?

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 6 de marzo de 2024.